miércoles, 12 de julio de 2017

Una oposición a la deriva

A la oposición le hiede el pueblo. No le gusta el olor de la pobreza. Por eso se tapan la nariz ante los pobres. Les asusta una frente llena de arrugas. Los ricos nunca han querido a los pobres en ninguna parte del mundo. Los utilizan y engañan con migajas. Con mentiras. Después que Bolívar murió en 1830, los pobres quedaron huérfanos de patria en Venezuela. Zamora quiso rescatar el concepto de patria en su lucha por la tierra y hombres libres, por el respeto al campesino. Pero los godos, los ricos, lo mataron. Y se volvió a perder la patria. Fue Chávez quien, en 1992, reencontró la patria perdida, la patria engañada, la patria defraudada, arruinada y hambrienta con su 70% de miseria y comiendo perrarina. Y se la entregó a los pobres para edificarla nuevamente.
Para la oposición, esa unidad entre Chávez y el pueblo puso en riesgo sus intereses, riquezas y fortunas mal habidas. Por eso mataron a Chávez. Pero quedó el pueblo. Ahora hay que matar al pueblo. Por eso linchan, queman y asesinan sin piedad, sin dolor, sin corazón, a todo el que huela a Chávez. Nos odian porque durante 18 años no han podido hacer lo que les viene en gana. Tienen sed de venganza. Sí. Están hartos del gobierno de los pata en el suelo. Están hartos del himno nacional cantado por Chávez, de la bandera con las ocho estrellas, del nombre República Bolivariana de Venezuela. Están hartos de que los militares se llamen bolivarianos y saluden: Independencia y Patria Socialista, Viviremos y Venceremos. No pueden matarnos a todos. Pero con el terror pretenden asustarnos, porque nos tienen miedo. Quieren el poder otra vez. Y lo quieren ya. Votaron contra la Constitución de 1999. Pero ahora si la quieren. Querían Constituyente. Pero ya no la quieren, porque en ella estarán representados los que les hieden. Ahora llaman a un plebiscito que no está en la Constitución. Otro show para decir que ellos son mayoría. Que son 16 millones y que quieren que Maduro se vaya ya. Claro, eso no es legal ni aquí ni en ningún país del mundo. Pero es otra excusa para seguir destruyendo y quemando, y evitar que llegue su pesadilla: La Constituyente.
Enrique Bouttó

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